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Publicado el 09/06/2009

El hombre que sabe demasiado sobre el ataque a las Torres Gemelas

Kurt Sonnenfeld es un ex agente norteamericano que vio lo que no debía cuando Estados Unidos sufrió el peor atentado de su historia. Ahora lo persigue el gobierno y está refugiado en la Argentina. ¿Qué sabe? ¿Qué pasó? La historia de película de un hombre

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Kurt Sonnenfeld, con su cámara, el día en que cayeron las Torres Gemelas

Kurt Sonnenfeld, con su cámara, el día en que cayeron las Torres Gemelas

Después del ataque a las torres gemelas, la vida de Kurt Sonnenfeld se convirtió en una película. Pero no hay héroes, la historia es de terror: esconde muerte, persecución y una teoría que pondría en riesgo la versión oficial de Estados Unidos sobre el atentado que cambió al mundo.

Sonnenfeld era camarógrafo de una agencia federal americana y tuvo acceso ilimitado a la zona del desastre. Durante las horas de video que filmó para el gobierno de Estados Unidos vio muertos, se metió entre los escombros y hasta fue el encargado de darle a la prensa las imágenes que recorrieron el mundo después del ataque. "Todo lo que se difundió y ustedes pudieron observar por televisión, seguramente lo definí yo", le cuenta Kurt a LA CAPITAL en la casa que alquiló en Mar del Plata para descansar con su familia. Las órdenes del gobierno de George W. Bush eran precisas: no había que mostrar cadáveres y estaba prohibido difundir imágenes de rescatistas llorando.  

Estados Unidos tenía que demostrarle al mundo que era una potencia y que el ataque los fortalecía aún más. Pero Sonnenfeld vio algo que no debía y su vida cambió. De la tranquilidad en su cada de Denver pasaría a vivir una odisea que empezaría con la muerte de su mujer, seguiría con la persecución y terminaría como un refugiado en la Argentina.

El principio del fin

Su vida cambió el día que cayeron las Torres Gemelas.

Sonnenfeld trabajaba para el gobierno de los Estados Unidos y era el encargado de filmar catástrofes. Lo hacía para FEMA, una agencia federal que seguía los desastres naturales pero que también se ocupaba de hacer trabajos especiales en zonas científicas o militares donde había investigaciones con armas biológicas.

Su perfil fue su condena. Por haber estado en tareas secretas y confidenciales lo llamaron para ir al World Trade Center -así se llamaba la zona donde ocurrieron los ataques-. "Hasta ese momento era un norteamericano normal al que le interesaban el consumo y todo eso que nos caracteriza", le cuenta a LA CAPITAL.

- ¿Cuál era su función después del ataque a las Torres Gemelas?

- Dos funciones primordiales cumplía en el Worl Trade Center. La primera era tomar imágenes de lo que se consideró una gigantesca escena del crimen. Y después darle estas imágenes a mi gobierno. Entonces filmé todo por casi cinco semanas. Tuve acceso libre e irrestricto. Podía ir tanto a la parte más alta de los edificios como descender a la zona cero.

- ¿Le pidieron que grabara algo en especial?

- Tenía que grabar las tareas de rescate, limpieza, los restos humanos, la partes de los aviones que se recuperaban. Después les proveía imágenes satinizadas a la cadenas noticiosas.

- ¿Cuando vio la zona del desastre creyó la versión oficial del ataque?

- Al principio viví la falsa ilusión que tuvo el resto de los norteamericanos: que este ataque había sido una sorpresa absoluta y que fueron 19 terroristas que secuestraron unos aviones.

Muerte y cárcel

Seis meses después del ataque a las torres y con su tarea ya terminada, Sonnenfeld sufrió un duro golpe: su mujer Nancy se suicidó. Pero la policía lo detuvo un mes y medio bajo sospecha. La fiscalía investigó y le adelantó que iba a quedar en libertad porque la prueba era abrumadora a su favor. En el tiempo que estuvo en la cárcel, FEBA (la agencia federal para la que trabajaba) no le dio su respaldo. Es más: se mantuvo en silencio ante el caso. "Ahí yo le dije a uno de los oficiales que me vino a visitar que cuando saliera iba a ir a los medios para contar lo que sabía del atentado a las torres", le recuerda a LA CAPITAL.

- ¿Qué pasó después de decirle eso a su compañero?

- En este momento fue cuando empezaron las actividades extrañas. Me retienen cuatro meses y medio más en la cárcel sin tener ningún cargo en mi contra porque ya estaba probado que era un suicidio. También ya me había avisado que no iba a continuar en mi trabajo.

- ¿Está seguro de que su esposa se suicidó?

- Mucha gente me pregunta esto. Pero el comportamiento de mi esposa era suicida. Tenía un cuadro de depresión muy aguda.

- ¿Se dieron más situaciones extrañas en esos cuatro meses que siguió preso?

- Sí. Quise contratar un abogado privado, pero tenía que usar como garantía mi casa. Cuando trato de hacerlo, una autoridad que no estaba relacionada al proceso me confisca la casa y me cambia la cerradura. Entonces ya no podía usar la casa para tener una buena defensa. Hasta la defensora pública me dijo que era totalmente anormal lo que había pasado. Las casas no pueden confiscarse por una investigación de rutina.

- ¿Cómo fueron sus días en la cárcel?

- Fue un tiempo de torturas físicas y psicológicas. Más duro de lo que se puede imaginar. Los maltratos de las primeras dos semanas en la cárcel de Denver fueron horribles. Pero encima de esto no me permitieron estar con mi esposa en los últimos momentos. No pude asistir al funeral. No la pude acompañar y hacer el duelo.

- En ese tiempo, ¿alguien le preguntó qué sabía sobre el ataque a las torres?

- El oficial de FEBA al que yo le reproché que no defendían, me pidió que le entregara las cintas que grabé en el World Trade Center. Pero le mentí y les dije que se las había mandado a un burócrata de Nueva York.

- O sea que todavía tiene en su poder las grabaciones que pueden comprometer al gobierno de Estados Unidos.

- Sí, todavía sigo teniendo esas grabaciones.

Qué vio, qué sabe

Dentro de la zona donde se derrumbaron las torres, se encontraba el Edificio Seis. Ahí funcionaba la Casa de la Aduana de los Estados Unidos y había a varias agencias del gobierno federal. Su misión principal era controlar quién y qué entra y sale de los Estados Unidos. Pero también se trabajaba para combatir el narcotráfico, el lavado de dinero, el tráfico de armas, el terrorismo y el crimen internacional organizado.

Enfrente del Edificio Seis, estaba el siete, que se derrumbó misteriosamente (ver aparte). Ahí funcionaban grandes oficinas del servicio de inteligencia, el FBI y otras agencias de importancia. Todo lo allanado y secuestrado por estas agencias federales de los dos edificios, se guardaba en una gran bóveda ubicada en el subsuelo de la Casa de la Aduana.

Cuando la Torre Norte cayó, el Edificio Seis fue aplastado por las miles de toneladas de concreto y acero que cayeron. Sonnenfeld fue el primero en meterse entre los escombros del edificio seis para tomar imágenes.

- ¿Qué vio en el Edificio Seis?

- Allí descubrimos la antecámara de seguridad a la bóveda, dañada y llena de trozos de concreto y losas de cielorraso caídas. Al fondo de esa oficina de seguridad estaba la ancha puerta de metal de la bóveda, y en la pared de al lado, un teclado numérico para ingresar la combinación. La pared estaba resquebrajada y la puerta parcialmente abierta. Así que miramos adentro de la gran bóveda con nuestras linternas y salvo varias hileras de estantes vacíos, no había nada excepto polvo y escombros.

- ¿Quiere decir que la bóveda fue vaciada antes del ataque? ¿que el gobierno ya sabía lo que iba a pasar?

-Sí, la bóveda tuvo que ser vaciada antes del ataque.  El Edificio Seis fue evacuado doce minutos después de que el primer avión se estrellara contra la Torre Norte. Enseguida las calles se atascaron. La bóveda tenía 15 metros cuadrados según mis cálculos. Se hubiera necesitado más de un camión para retirar tan variado y sensible contenido. 

- ¿Cuál es tu teoría sobre el ataque a las torres?

- Al más alto nivel del gobierno norteamericano tenían necesidad de una guerra, había tantos intereses creados, que sabía que el ataque iba a suceder y dejaron que sucediera. Después de analizar los hechos, distintas evidencias y las investigaciones de distintos especialistas, estoy en condiciones de decir que hasta colaboraron para que sucediera.

- ¿Además vio otras situaciones extrañas?

- Otro de mis roles primordiales era estar presente y filmar cuando se realizara el hallazgo de las cajas negras, que debían ser cuatro: dos por cada avión. Lo extraño es que  no se encontró nada, ni siquiera una mínima parte integrante. Entonces supuestamente se evaporaron. Pero las ruedas del tren de aterrizaje sobrevivieron y muchas partes de aviones también lo hicieron aunque no estaban diseñadas para sobrevivir, como si lo estaban las cajas negras.

Persecución y refugio

Cuando se confirmó su inocencia, Sonnenfeld salió de la cárcel y volvió a vivir en su casa de Denver. Ahí volvieron las situaciones extrañas: la alarma se desactivaba sola, el sistema de seguridad no funcionaba y había autos permanentemente estacionados frente a su casa. Con este escenario, el camarógrafo decidió reforzar la seguridad. Pero no alcanzó: una noche cuando volvía a su casa, encontró la puerta abierta, las luces parpadeando y las ventanas abiertas. Decidió abandonar la ciudad y se fue a vivir a una cabaña en las montañas que le prestaron unos amigos. Pero no hubo caso: las situaciones extrañas siguieron pasando. Asustado, Sonnenfeld decidió dejar Estados Unidos y venirse a vivir a la Argentina. Los parientes de sus amigos le prestaron una casa en San Bernardo.

El norteamericano se instaló en el país y en 2003 conoció a Paula, su actual esposa con la que tiene dos hijas.    

Sonnenfeld empezó a trabajar como productor de televisión y su historia cobró  fuerza. Hasta que cerca de un nuevo aniversario de la caída de las torres, acordó con un programa de televisión contar su testimonio y mostrar imágenes de la zona del ataque. Antes de que el programa saliera al aire, Kurt fue detenido por Interpol y llevado a la cárcel de Devoto. Estados Unidos pedía su extradición y que le secuestraran todos los videos. El suicidio de su primera mujer una vez más volvía a convertirse en un posible homicidio, aunque la Justicia ya lo hubiera absuelto.

Sonnenfeld estuvo detenido siete meses hasta que el juez federal Daniel Rafecas lo liberó y rechazó que se le confiscaran sus videos.  La embajada norteamericana apeló y ahora la causa está en la Corte Suprema. Si la extradición se concretara, el norteamericano podría ser condenado a la pena de muerte. Por ahora, es un refugiado provisional.

Mientras tanto, las persecuciones, los seguimientos y las amenazas se mantienen.

-¿Tiene miedo?, le preguntó LA CAPITAL.

- Tememos constantemente por nuestra seguridad. Las llamadas telefónicas, los seguimientos, y los desconocidos sacando fotos se han incrementado nuevamente. Tenemos mucho miedo de que nuestras hijas Scarlett y Natasha sean blanco de tantos atropellos.

  

Las misteriosa caída del Edificio Siete

El á del World Trade Center hizo implosión el 11 de septiembre, nueve horas después de que los aviones de American Airlines se estrellaran contra las Torres Gemelas. El edificio no fue atacado por ningún avión y había sufrido daños menores cuando las torres colapsaron.

Los investigadores de FEMA culparon a pequeños focos de fuego por el derrumbe, aunque reconocieron que había que investigar más. Sonnenfeld cree que una implosión lo tiró abajo.

- ¿Qué sabe sobre el Edificio Siete?

- La estructura entera se desmoronó en 6,5 segundos y cayó prolijamente de manera vertical. La caída dejó una pequeña pila de escombros y los edificios que estaban al lado quedaron relativamente ilesos.

-¿Qué explicación le encuentra a su caída?

- No hay ninguna explicación.  Supuestamente un simple fuego destruyó las vigas y el edificio se cayó. Si eso hubiera pasado no hay explicación física que justifique por qué todas las vigas cedieron al mismo tiempo y cayeron con tanta precisión.

- ¿Qué funcionaba ahí?

- Después del 11 de septiembre se descubrió que estaba oculta la estación clandestina más grande de la CIA fuera de Washington. Era una base para espiar diplomáticos de las Naciones Unidas y para conducir misiones antiterroristas y contraespionaje. Además había otros importantes agencias federales. No había estacionamiento subterráneo ni bóveda. Por eso todo se guardaba en el Edificio Seis. Y lo que había allí sólo lo sabían unos pocos.

 Los datos de un perseguido

Kurt Sonnenfeld contó su historia en "El Perseguido", un libro que ya fue publicado en el cual presenta una serie de datos para evaluar su teoría sobre la caída de las torres.

La semana previa al ataque del World Trade Center todo el suministro eléctrico fue cortado por 36 horas, incluyendo cámaras de seguridad y los sistemas de control. Fue en el marco de una operación de mantenimiento altamente irregular.

La compañía que estaba a cargo de la seguridad era dirigida por Marvin Bush -hermano menor de George Bush- y Wirt Walker Tercero -primo de Bush-. Esta misma compañía tiene entre sus clientes en el gobierno estadounidense a la Armada, la Marina, la Fuerza Aérea y al departamento de Justicia de los Estados Unidos.

Cientos de agentes del gobierno estaban preprosicionados en Nueva York el 10 de septiembre, preparando un simulacro de ataque terrorista que se llevaría a cabo el 12 de septiembre. Oficiales de FEMA tenía instaladas sus bases un día antes del ataque.

Las semanas previas al ataque también se realizaron varias evacuaciones inusuales e inesperadas de ambas torres.

Los narcos colombianos y la extraña aparición de la prueba

El gobierno de Estados Unidos en su versión oficial dijo que todo lo que había en el quinto piso del Edificio Seis también había sido destruido por el intenso calor. Desde una caja de alta seguridad hasta los papeles se quemaron.

Pero unos meses después se anunció que de había desbaratado a una banda de narcos colombianos, luego de recuperar una evidencia clave. "Recuperaron cassettes con escuchas telefónicas, fotos de vigilancia y evidencia crucial, todo de la misma caja del quinto piso que se había quemado", contó Sonnenfeld.

¿Hubo alguna situación similar?, le preguntó LA CAPITAL

- Sí. Cuando la Casa de la Aduana estrenó su nuevo edificio en la plaza Penn de Manhattan colgaron orgullosos en la pared del lobby la gran insignia redonda del Servicio de Aduana de los Estados Unidos, recuperada milagrosamente y en impecables condiciones del colapsado e incinerado edificio original.

 

 

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