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> LA MARIHUANA
Bien, vamos a hablar de esto.
He sido fumador de tabaco y, lamentablemente, ya no puedo fumar ni un solo cigarrillo
porque me hace muy mal; lamento esto porque, en verdad, fumar tabaco es regio. Deberían
los fumadores empedernidos tranquilizar su espíritu y tratar de ejercer el control; esto
es, fumar menos cigarrillos para disfrutarlos más. Yo he hecho esto y conseguí fumar
menos durante muchos años. Pero, lamentablemente y como dije, ya no lo resiste mi cuerpo.
Tal vez cuando lleguen mis últimos días vuelva entonces a ello como carta final.
En cuanto a la marihuana, digámoslo así, ha sido para mi una "asignatura
pendiente". Nunca la he probado y tampoco me interesa hacerlo pues, como sé que trae
tanto conflicto, con los que ya uno tiene en la vida bastan como para seguir agregándole
otros. Y si tuviera una oportunidad como pocas de hacerlo, tampoco repararía en su
acción; esto es algo que la gran mayoría de la nueva generación sí lo hace empero
esconde.
Muchos dirán entonces: "pero, de qué me va ha hablar este tipo entonces..." En
verdad, les digo, tienen razón. De esto de fumar no voy ha hablar. Lo que desarrollaré
es de otro tema: no del fumar, sino de las consecuencias sociales que trae aparejado
hacerlo. Se entenderá esto como diferente.
Partamos, como deberíamos hacerlo en todo estudio, en la razón o paradigma que lo
sustentará. Yo en esto me basaré en una ética que seguramente será justificada por
muchos. Ella dice simplemente que: "la libertad de uno termina donde la del otro
empieza". Esperemos estar de acuerdo con esto.
Esta premisa, criticable por cierto aunque sea de mi simpatía, sostiene muchos de los
intereses de nuestra sociedad. Por ejemplo ciertas leyes de tránsito lo persiguen; a
saber: cuando un motociclista circula sin su casco o un automovilista lo hace sin su
cintirón de seguridad, esto equivaldrá a una sanción si lo advierte personal
uniformado.
No se piense por este accionar que la sociedad nos está cobijando con el calor paterno y
quiere cuidarnos; no, no seamos tan ingenuos. ¿Acaso quien los ama le dirá que como
reprimenda correctiva debe pagar una multa que lo deje sin aliento?... No señor, eso no
es consideración al prójimo sino, precisamente, lo contrario: un negocio.
Lo que en verdad se esconde aquí es el interés social y egoísta de que el circulante no
vaya a tener un accidente y quede discapacitado trayendo aparejado con ello finalmente una
carga social.
Y es allí a donde quiero llegar, al límite de nuestra conducta que pueda alterar la
"burbuja de libertad" del conciudadano. En este caso que se ejemplifica, lo
será pagando más impuestos para mantener al incapaz.
Empero sepamos que hay conductas que no son recriminadas; o bien no lo han sido hasta
cierto momento. Ocurre esto por ejemplo con la fuma de tabaco. Como el que lo hace se
perjudica él solo, entonces no es una droga penalizable; pero sí lo será si invade la
atmósfera que respirará el prójimo y, por ello, se están prohibiendo hace un tiempo
estas conductas en lugares cerrados.
Bueno, traslademos estos conceptos a otras drogas. Por ejemplo las fuertes como la
cocaína, LSD, heroína, etc. o sus derivados como el paco, pasta base, etc. Ellas doblan
tanto al que las consume que les deriva en acciones delictivas afectando al prójimo;
muchos la usan inclusive a propósito antes de delinquir para producir mejor dicha
conducta.
En cuanto a la marihuana, en cambio, no se nota este efecto de intervención sobre la
libertad del prójimo. Por ello entiendo que ella es una droga, tal cual y parecida al
tabaco, pero que no es invasiba socialmente y debería, por tanto, permitirse.
Ahora bien, como uno no sabe todo de todas las cosas, y suele equivocarse también en
muchas otras, bien cabe la reflexión de dejar bien pero bien asentado que tampoco se
conoce qué es lo que pasará con el individuo que se excede en este fumar de la cannabis.
Tal vez termine en algo perjudicial al prójimo. En su contraste, el tabaco, no afecta al
prójimo: se termina matando él solo.
Por otra parte, prohibir el uso de la marihuana sepamos que trae aparejado el efecto que
se desea eitar: invadir al prójimo. Porque, en verdad, su censura otorga funcionalidad a
narcotraficantes de toda índole que viven por ello armados, batallando, etc. y afectan a
la sociedad enormemente. En suma, prohibir este uso trae aparejado necesariamente la
afección social.
Así las cosas, despenalizar la marihuana entiendo que evitará la alteración social
producida por los traficantes y sus calañas. Otorgará al pobre consumidor una extrema
satisfacción que, si no lo evita, lo destruirá tal cual el tabaco al otro tipo de
fumador; cosa que debería evitar.
En suma, tal cual el adicto de tabaco, el fumador de marihuana si se quiere arruinar su
salud, pues, ¿quién lo ha de impedir, poqué y con qué derecho?...
Al menos yo, en esto, no tiro la primera piedra...
Eugenio
28/07/13, Mar del Plata, Argentina |
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