El martillo de Londres
En junio de 1936 el señor y la señora Max Hahn paseaban por Red
Creek, cerca de la ciudad tejana de Londres, cuando encontraron una roca en el
suelo de la que salía un pequeño pedazo de madera. Unos años después, el hijo de ambos
rompió la roca, dejando al descubierto la cabeza metálica de un martillo.
La cabeza es rectangular. En un extremo tiene una concavidad con forma de cruz, y por
la otra parte tiene un saliente central convexo. Los propietarios originales
del martillo afirmaban que cuando rompieron la piedra, la parte metálica no estaba
oxidada. El mango es de madera, la cual no está petrificada.
En primer lugar, hay que resaltar que no existe evidencia alguna de que la pieza se
hubiese encontrado realmente en Red Creek, ni están documentadas las circunstancias de su
hallazgo. Eso sí, la ausencia de aristas parece indicar que la roca estaba suelta, y no
fue arrancada de otra más grande.
En 1983 el martillo fue adquirido por el creacionista Carl E. Baugh, uno de los más
fervientes defensores de la coetaneidad del hombre y los dinosaurios, tomando como
argumento las huellas del lecho del rio
Paluxy. Baugh afirmaba, sin aportar ninguna prueba, que la roca en la que estaba
encastrado el martillo había sido extraída de una formación rocosa de la zona.
Tampoco se aclaraban mucho con la datación de la pieza. Para Baugh la roca se
formó en el Ordovícico (hace 488 millones de años), mientras que para otros autores,
data del Silúrico (hace 440 millones de años). Pero la zona en la que el martillo
aparentemente se encontró pertenece a un estrato que data del Cretácido, con una
antigüedad de unos 110 millones de años (la formación Hensel Sand), y no hay ninguna
evidencia que pruebe que esa roca pertenece a esa formación. Baugh en cambio, la presenta
como la evidencia de que existía una civilización anterior al Diluvio Universal.
Por supuesto, el actual propietario mantiene celosamente guardado el artefacto, que no
ha sido sometido a ningún estudio riguroso. La explicación más razonable era postulada
en 1985 por el investigador John Cole, que realizaba estas declaraciones:
La roca es real, y resulta sorprendente para cualquiera que no esté familiarizado
con los procesos geológicos. ¿Cómo un objeto contemporáneo puede aparecer dentro de
una roca del Ordovícico? La respuesta es que la aglomeración rocosa no date del
Ordovícico. Los minerales disueltos pueden aglomerarse sobre un objeto intruso, si este
cae en una grieta y los componentes de la roca original son solubles.
Cole también señaló que el martillo era del estilo de los usados en el siglo XIX y
que posiblemente fue desechado o perdido por un minero o trabajador del metal.
Al ser el mango de madera, el objeto puede ser datado con total precisión con la
técnica del C14. Pero Baugh siempre se ha negado a que esta prueba se realice. A finales
de los 90, un seguidor de Baugh, David Lines, afirmaba que la prueba había sido realizada
arrojando una antigüedad de 700 años, pero de manera nada fiable ya que la muestra
estaba contaminada con restos de carbono más recientes. ¿Cómo no?
Lo que es innegable aun sin realizar ningún test sobre la pieza, es que a simple vista
el mando de madera no presenta una mineralización como cabría de esperar si tuviese en
efecto varios centenares de millones de años.
Mientras tanto, Baugh la exhibe como el Artefacto de Londres en su Museo de
Evidencias de la Creación, que abrió en 1984. En la web del museo, se dice sobre
esta pieza:
Si este artefacto es realmente del
Cretácico, ¿qué ocurre con la teoría de la evolución? El
hombre no debería de haber aparecido hasta más de 100 millones de años después. Si el
martillo es más reciente, eso significa que la formación Hensell Sands es más reciente
de lo que creemos. Y si es así, ¿cómo afecta esto a la teoría de le evolución si las
fechas del Cretácico son erróneas?
Referencias:
http://paleo.cc/paluxy/hammer.htm
http://www.badarchaeology.com/?page_id=315 |